Esta diseñadora colombiana; además de ser una gran origamista, diseña sus propios vestidos utilizando papel reciclado que pliega hasta darles forma. Aprendió el arte de doblar el papel, sinónimo de la técnica japonesa del origami, viendo a su papá, quien a su vez lo aprendió de japoneses que llegaron al Valle del Cauca hace unos 75 años. Gonzalo Gamboa, quien ha cultivado este aprendizaje a tal punto que es hoy uno de los diez mejores origamistas del mundo, se sorprendió cuando Diana le dijo, hace unos años, que iba a vestir a una modelo con un traje de papel: "Los vestidos nacieron porque Marea de Casas convocó a algunos artistas a un proyecto, y le hice un vestido que fue exhibido por una modelo, compuesto por estrellas de 30 fichas ensambladas cada una, con una larga cola".
Las proporciones del trabajo de Diana son impensables: más de cinco mil piezas dobladas forman la gran cola de un vestido, y mil metros de papel doblados mil veces se invierten en un traje que nunca va pegado con goma, sino únicamente ensamblado.
Las figuras que Diana lleva formando desde hace 18 años son diseño puro. Y es que ella nació inclinada hacia el arte, le viene de familia. Su mamá, Diana Murra, de origen árabe, solía viajar con baúles en los que guardaba de todo. Esculcándolos, Diana encontró un tesoro a sus ojos de niña: retazos de paño lenci y de otros materiales con los que se puso a hacer muñecas.
Así, doblar la página de una afición a otra le fue naciendo, a medida que se le ocurrían nuevas posibilidades de aplicación de su oficio: "Los vestidos de origami son geometría, matemática pura. A través del origami encontré mi disciplina, y diría que la mayor virtud de hacer lo que hago es que le pongo mucho amor".
Así es, sin duda, porque Diana Gamboa irradia alegría, la misma que le produce tener una relación inmejorable con el actor y escultor Luis Fernando Bohórquez, con quien tiene tres hijos que son como los lados de un poliedro que se va configurando: Oliver, de 3 años, llona, de 2, y Fiorella, de 9 meses: "Con Luis Fernando Ilevamos diez años juntos y es como si tuviéramos apenas tres meses de casados. Nuestro lenguaje común proviene de una gran compenetración, mis niños son bebés felices, yo siento a Fiorella en mis piernas mientras doblo el papel y mis otros niños dibujan al lado mío. Aunque me encanta Bjúrk, nunca oigo música mientras trabajo'.
Después de trabajos tan interesantes como los vestidos de papel exhibidos durante en el lanzamiento de Papeles Finos Kimberly, el año pasado, y de la exhibición de muñecas que acaba de hacer en la Casa de la Cultura del Valle del Cauca, Diana sigue en su taller, dentro de su casa, cultivando un arte que "se presta para abrir el corazón, el origami es un ejercicio del que siempre surgen nuevas historias".
Fuente: Revista Fucsia Nº. 89, diciembre de 2007.
Las proporciones del trabajo de Diana son impensables: más de cinco mil piezas dobladas forman la gran cola de un vestido, y mil metros de papel doblados mil veces se invierten en un traje que nunca va pegado con goma, sino únicamente ensamblado.
Las figuras que Diana lleva formando desde hace 18 años son diseño puro. Y es que ella nació inclinada hacia el arte, le viene de familia. Su mamá, Diana Murra, de origen árabe, solía viajar con baúles en los que guardaba de todo. Esculcándolos, Diana encontró un tesoro a sus ojos de niña: retazos de paño lenci y de otros materiales con los que se puso a hacer muñecas.
Así, doblar la página de una afición a otra le fue naciendo, a medida que se le ocurrían nuevas posibilidades de aplicación de su oficio: "Los vestidos de origami son geometría, matemática pura. A través del origami encontré mi disciplina, y diría que la mayor virtud de hacer lo que hago es que le pongo mucho amor".
Así es, sin duda, porque Diana Gamboa irradia alegría, la misma que le produce tener una relación inmejorable con el actor y escultor Luis Fernando Bohórquez, con quien tiene tres hijos que son como los lados de un poliedro que se va configurando: Oliver, de 3 años, llona, de 2, y Fiorella, de 9 meses: "Con Luis Fernando Ilevamos diez años juntos y es como si tuviéramos apenas tres meses de casados. Nuestro lenguaje común proviene de una gran compenetración, mis niños son bebés felices, yo siento a Fiorella en mis piernas mientras doblo el papel y mis otros niños dibujan al lado mío. Aunque me encanta Bjúrk, nunca oigo música mientras trabajo'.
Después de trabajos tan interesantes como los vestidos de papel exhibidos durante en el lanzamiento de Papeles Finos Kimberly, el año pasado, y de la exhibición de muñecas que acaba de hacer en la Casa de la Cultura del Valle del Cauca, Diana sigue en su taller, dentro de su casa, cultivando un arte que "se presta para abrir el corazón, el origami es un ejercicio del que siempre surgen nuevas historias".
Fuente: Revista Fucsia Nº. 89, diciembre de 2007.
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